[Otra entrada que no publiqué y que libero, un poco absurdamente, 11 años después.]
Mi abuelo debía tener cosa de unos diez años cuando murió su abuelo. Le mantenía muy vivamente en su memoria. Siempre decía que era la persona a la que más había querido en el mundo. (Bueno, en realidad añadía después: "Y ahora, a ti." Pero es que fui la unica nieta con la que sufrió chochera abuelense).
Es normal que le quisiera tanto, vivió siempre con sus abuelos en vez de con sus padres. Me resulta difícil imaginar cómo sería su vida entonces. Tengo algunas pistas, como una foto en la que aparecen ambos abuelos; el mío, con tres o cuatro años montado en un burro; el suyo, un señor de barba blanquísima con boina, paseando al borrico con una cuerda. Pero a pesar de tanta ventana, no soy capaz de figurarme un día suyo. No soy capaz de imaginarme muchas cosas últimamente, pero, en fin, era consciente de que esto pasaría, y creo que es necesario que todo transcurra así.
Mi abuelo contaba que, cuando estaba su abuelo muriéndose, él se pasó todo el día llorando debajo de una cama. Su amigo Marciano (siempre me fascinó ese nombre) hacía conque jugaba con él, para que pudiera esconderse y llorar a gusto donde nadie le viera. Y alguna muchacha le riñó por estar jugando mientras su abuelo se moría.
Qué curioso es el ser humano. No sé qué podría haber sido más normal en el mundo que un niño llorase por su abuelo. Y, sin embargo, comprendo perfectamente la complicidad de los dos niños, esa preocupación porque ningún adulto se entere de lo que está pasando. Pero no logro recordar cuál es el porqué. Y la verdad, es ciertamente importante que lo recuerde.
Ahora estoy tensa, al fijar mi atención en algo que no soy yo. "Overhelmed" es una palabra que refleja mucho mejor mi estado de ánimo que "superada". Pero no me creo que no haya una palabra en castellano más acertada que esa.
Escrito por RedLabel a las 17 de Junio 2008 a las 12:41 AM