El picaporte ha sonado como una campana cuando lo he rozado con las llaves. Pero ya me estaba marchando, y su aviso no anunciaba ninguna llegada.
Llegar, llegaba antes, cargada de recuerdos que me duelen por antiguos. Como si fueran clavos oxidados que se me retuercen dentro.
Hoy me han mordido las palabras que no he dicho. Estabas en el sofá que tanta veces he ocupado. Y ahí estaba yo, echándote de menos como una imbécil. Echando de menos las risas, las conversaciones profundas que ya no tengo con nadie. Bueno, a veces las tengo con gente que acaba de conocerme. Me salen a borbotones palabras anteriores y pensamientos pretéritos inválidos. Pretérito imperfecto.
Te has dormido sin que pudiera gritarte lo que siento. Sin poder decirte que vuelvo a sentirme sola como cuando hablábamos de literatura, cuando nos admirábamos mutuamente y pensaba que eras gay porque te gustaba Morrisey. Las vueltas que da la vida...
No es nada personal. No es sólo que te echara de menos. Supongo que es sólo que me siento sola e imbécil. Supongo que es que no me gusta afrontar la realidad yo sola, y que con mis antiguas compañías se hace menos árido. Pero cada vez es más difícil encontrar a alguien que me sepa arrancar un par de palabras, porque los hombres no saben lo que buscan.
Escrito por RedLabel a las 13 de Julio 2005 a las 02:41 AM