(no he releído el post, así que probablemente es excesivamente absurdo, aviso)
Dicen que no suele haber segundas oportunidades, pero ayer yo volví a ver aquella imagen que creí única. Colgaba amarilla sobre las luces de Madrid, como cortada por el mismo patrón que alguien usó aquel día. Ya no había escenario, ya no parecía una luna de mentira, porque estaba más lejos. Y fui menos feliz al verla. Hace tiempo que esa imagen me deja un sabor infinitamente amargo, quizá porque en otra boca tuvo un sabor distinto al que yo le adiviné. A veces hay un abismo entre lo que vemos y lo que ven. Entre lo que yo siento, lo que tú imaginas y lo que aquél piensa. A veces algo se cuela por alguna fisura de nuestras palabras sagradas, de las figuras que veneramos, y las despedaza, se estrellan convirtiéndose en cristales que no volverán a darnos el reflejo que nos hizo felices por unos momentos. Así, abril volverá a ser escrito con minúscula y a ser el mes más triste de mi año, porque su significado ha cambiado y soy consciente de lo que no quiero serlo. Ahora es una simple palabra de cinco estrellas.
Tengo miedo de haber acabado siendo demasiado cínica, demasiado escéptica. No creo en nada, no quiero volver a tener fe.
Pero sé que estoy condenada a volver a tenerla algún día.
Escrito por RedLabel a las 1 de Agosto 2005 a las 01:01 PM