17 de Marzo 2007

"Sensaciones ante una marina de Friedrich"

La clase empezó sin apenas preámbulos. La luz, de noviembre o de diciembre, probablemente, conseguía filtrarse entre las cortinas opacas que mantenían en la penumbra las clases de arte.

Aurora era seria, delgada hasta los huesos y alta. A pesar de que podía resultar seca o distante, ponía a menudo en sus explicaciones tal pasión que hería. Pocas de sus enseñanzas, de sus observaciones, me dejaron indiferente durante los dos años y medio que repetí su asignatura; porque suelo ser lo suficientemente estúpida como para desperdiciar las ocasiones que se me ofrecen, y suspendí aquella asignatura dos años. Pero, por unas y otras razones, me alegro profundamente de ello.

Comenzó a hacerse el silencio en aquella oscuridad a medias, en la que pugnábamos por tomar apuntes y no caer en el sopor. Aurora no había hablado prácticamente nada desde que había llegado. Esperaba quieta, en silencio, mirándonos severa, hasta que callaron las voces que aún osaban interrumpir aquel rito, y quedó sólo el murmullo de las hojas y bolígrafos acomodándose en sus puestos.

Entonces, puso la primera diapositiva.

Un enorme campo de luz azul grisáceo ocupaba la pantalla de proyección, interrumpido solamente en su parte inferior por una franja horizontal, de color pálido, en la que una figura marrón oscuro, diminuta, nos daba la espalda, marcando la única línea vertical del cuadro, en ridícula compentencia frente a la vastedad de las otras.

- ¿Qué os sugiere esta imagen?

La pregunta fue como una leve sacudida. Normalmente se nos daba una breve introducción al tema, antes de tratar que aportásemos una visión propia. Pero todos sabíamos que podíamos decir algo de este cuadro en particular. Y las opiniones fueron surgiendo de forma pausada, porque aquella obra, aquel ambiente, nos habían sumergido en una atmósfera de impasse. El tiempo se había diluido, y no transcurría, pero tampoco estaba detenido. Aquella imagen tenía dos siglos de antigüedad, pero lo mismo podría haber sido captada en la Edad Media. Las ideas iban abriéndose lentamente, en un rittardando que colmaba de paz, y que, al mismo tiempo, revolvía algo en lo más hondo del cuerpo.

- ¿Qué creéis que está pensando el monje?

La única figura humana nos daba la espalda, observando el mar infinito, al igual que nosotros, insignificante y, sin embargo, pleno. O esa fue mi impresión. Porque lo increíble de aquella imagen era su efecto inmediato sobre nosotros, el modo en el que, rápidamente, todos nos introdujimos en el cuadro.

Y nos olvidamos del monje.

Y nos sentimos solos en aquella costa, abandonados a la única y vital tarea de contemplar el mar con todos nuestros sentidos.

Y aún recuerdo que yo me sentí plena.

Copia de el monje (Large).jpg

"Monje capuchino a la orilla del mar"
Caspar David Friedrich. 1810, más o menos.

Escrito por RedLabel a las 17 de Marzo 2007 a las 04:37 PM
Comentarios

Como iniciado en el rito,solo q en otro tiempo y en otro lugar,vivi esa sensacion como tu,y contigo...

Siempre me preguntare si eran las obras o nuestro Virgilio particular quien dirigia mis pensamientos hacia esas playas reconditas,y hacia esa playa ignota pero dolorosamente real...

Pero lo verdaderamente importante,es q nos llevo hacia alla,y aprendimos el camino de vuelta...

Escrito por AlaricoelPesao a las 17 de Marzo 2007 a las 07:09 PM

¿Y esto lo has escrito tú? Te odio xD Me encanta. Podría ser el comienzo de algo grande, si quisieras :P

Besitos :)

Escrito por Marta a las 18 de Marzo 2007 a las 09:55 PM

Hey! Menuda forma de escribir... Ya sé lo que quiero por haberme levantado (Y me temo que tú también).

¿Y por qué te sentiste plena?


Escrito por Vltava a las 19 de Marzo 2007 a las 10:27 AM

Vltava: eh! eso no es "decirme lo que quieres por haberte levantado"! xD ¿Y dices que es lo mismo que quiero yo? Porque yo soy una acaparadora y quiero muchas cosas... Tendrás que concretar, me temo :) O enfrentarte a una lista enorme de peticiones, en plan rey mago, tú verás xD Uhm, y me sentí plena, sí, pero es difícil de explicar. Es una sensación que, ciertamente, me ocurre pocas veces, y con pocas cosas... hasta ahora, al menos...

Alarico el artista: je, ¿aprendimos el camino de vuelta realmente? ¿lo hay...? No sé. Lo único que sé es que guardo muy buen recuerdo, particularmente de las últimas que compartí contigo. Y de los cafés que compartimos en vez de estar en clase, claro! xD

Marta: sí, sí, tú odiame, pero no soy yo a la que le dan premios de taitantos mil euros! xD

Escrito por RedLabel a las 19 de Marzo 2007 a las 12:37 PM
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