25 de Abril 2007


["Desclasificado" en 2019]

No recuerdo si, al principio, escribir tenía una finalidad.

(Cuando digo "al principio", no me refiero al principio de los tiempos, allá cuando el primer hombre agarró una tablilla de arcilla y garabateó la lista de la compra, ni a cuando comencé este blog; me refiero más bien a cuando yo empecé a escribir, de pequeña. No la cartilla, sino algo con animo comunicando, si eso existe.)

Supongo que no. Se trataba simplemente de algo que me gustaba, y no había razón alguna para buscarle una intención ulterior. Claro, que era muy pequeña, y en esos momentos tan sólo imitas lo que ves, no te dedicas a buscar justificación a cada paso de tu existencia. Aunque, en realidad, creo que no todo el mundo da tantas vueltas absurdas a sus actos y pajas mentales como yo.

La intención, el deseo, debió irse configurando más tarde. Querer contar, explicar, hacer entender, conmover. Términos todos que me suenan vacíos por mi falta absoluta de fe en el individuo, sea yo o sea cualquiera. Recuerdo vagamente que, por pequeño que uno sea, sus actos tienen un valor incuestionable. Pero no creo ya en ello, tan sólo porque no me queda ánimo para creerlo, ni ganas para actuar en consecuencia. (La abulia y la indiferencia son refugios de fácil acceso, pero indiscutiblemente menos estimulantes que la tristeza. Y no digamos que el cinismo.)

Y, de vez en cuando, me aguijonea esa necesidad, esas ganas de escribir. Pero, como no sé lo que quiero decir, como tendría que pensar para ello, y duele, me entrego a la abulia y escribo siempre lo mismo, vuelvo siempre a los mismos problemas, que me saben a casa, pero sin ánimo resolutivo, ni creativo: "No me entiendo ni a mí misma", "nada tiene sentido", "parece que llueve", "no me gusta lo que hago"... "Hace mucho que no escribo..."

Cada vez que me decido a escribir sin una intención concreta, caigo en la tentación de vomitar de este modo. Y no es en absoluto un reflejo de lo que siento. Es una especie de Mr. Hyde a flor de piel.

Porque la realidad es que, hoy, no estoy así. O sí, porque al fin y al cabo lo estoy siempre, es un molesto ruido de fondo, que unas veces se escucha más y otras menos. Pero joder, es que cómo duele y cómo molesta poner orden en la cabeza.

Y quizá no soy ni consciente de escribir esta clase de cosas, y por eso me dedico a postearlas sin darles la más mínima importancia.

Escrito por RedLabel a las 25 de Abril 2007 a las 04:03 PM
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