30 de Septiembre 2008

Me desesperan las cosas que no entiendo. Supongo que en eso consiste ser perfeccionista.

Y puesto que el perfeccionismo me mata, he ido poco a poco olvidándome de la necesidad de entender las cosas. He ido deshaciendo las palabras hasta dejarlas sin significados, hasta que las ideas han quedado convertidas en un cúmulo vago de ruidos sordos. La tomé con las palabras, que a lo mejor no tenían la culpa, y por eso ya no escribo, ni hablo mucho.

Y sin haber alcanzado el nirvana que quizá buscaba con la destrucción de los conceptos, con la simplificación del cerebro a través de la del lenguaje, me doy cuenta a medio camino de que no hay ningún horizonte, y que desde donde estoy tengo que levantar un sistema distinto, que sustituya al que me he cargado, y que no puede tener más base que mi voluntad. Y ahí ando, cogiendo resuello, porque por el camino me he cargado también mi voluntad y ahora hay que recomponerla.

Pero no venía a soltar todo esto (de hecho, me sorprende bastante y no sé muy bien de dónde ha salido). Venía porque me desespera la rabia que me da no entender las cosas.

Escrito por RedLabel a las 30 de Septiembre 2008 a las 04:24 PM
Comentarios
Escribir un comentario









¿Recordar informacion personal?