Pudiera ser que, después de todo, acabara viviendo en tu ciudad. Nada sería como lo había imaginado. No tendría una casa en una zona antigua de puerto, con un pequeño jardín, ni un tocadiscos. No vendrías a mi casa. Ni creo que me volviera a despertar contigo. Nada sería como en mis planes, en los que todo era fácil, sino que resultaría intrincado.
Hacerse el propósito de llegar sería como vetarse la entrada. Todo surgiría por casualidades concatenadas.
[Escrito en papel, no publicado y "desclasificado" meses más tarde]
[Pues pensaría desclasificarlo, pero no lo hice, porque aquí está 11 años después din publicar. Dale.]