14 de Enero 2011

[Ésta es una de esas entradas que me encuentro... ocho años después, en este caso, y que no sé muy bien por qué no publiqué.]

La última vez que escribí aquí fue el 19 de julio de 2009. Ahí es nada. Por supuesto, entre otras cosas, anunciaba mi vuelta al blog.

No sé muy bien qué hago escribiendo en este cuadradito para el texto. Es cierto que últimamente me he acordado un par de veces de esto, y de lo que me gustaba leer otros blogs, y de lo distinta que era entonces mi "vida internáutica" (bueno, y mi vida en general, supongo). Pero la verdad, me siento un poco absurda ahora mismo. No tengo ni idea de qué escribir. Repito que incluso estoy asombrada por estar tecleando algo, porque mi primer pensamiento al entrar, después de tanto tiempo, era de "a ver si cierro esto de una vez algún día". Pero verlo todo tan mono, tan organizadito, me ha llevado a pensar que es una pena desaprovecharlo.

Así me pasa con todo, claro, y acabo almacenando muchísimos trastos sin sentido.

También me ha sorprendido bastante volver y encontrarme con seis comentarios nuevos, y que sólo uno fuera spam. Otro era intraducible, pero creo que no está mal un balance de cuatro mensajes inteligibles de seis para un blog que lleva cerrado tanto tiempo.

Por otro lado, me da casi respeto volver por aquí. He estado releyendo algunos post; de muchos, ni me acordaba. No soy ya como era antes, y temo perder en la comparativa si me mido. No siento la necesidad de contar mis sentimientos del modo en que lo hacía, sino que al contrario, me he vuelto mucho más cauta. No sufro horriblemente por amor, ni por comeduras de cabeza. (De hecho, me entreno para no sufrir horriblemente por nada). Los dos últimos años, especialmente, me han vuelto más práctica, y eso implica que me he acostumbrado a elegir otras vías para resolver mis "pensamientos inconclusos" y demás parientes. Quizá me he vuelto también mucho más prosaica.

Pero, sobre todo, hace dos años que, aunque redacto mucho, no escribo. Eso es lo que más me para. Me acobarda un poco salir de hacer mis deberes, o de redactar cartas relamidas para señores importantes que llevarán la firma de otras personas, o panfletos o informes.

Por supuesto también está el "¿y qué voy a contar?". Probablemente sea sólo porque he salido de este mundillo, o porque odio Facebook, pero me da la impresión de que el modo de comunicarse por internet ha cambiado. Me acuerdo de una amiga mía, que un día se desesperaba un poco porque veía que la gente no hacía más que "saques", pero que nadie se paraba a devolverlos. Eso me hace vacilar a la hora de decidir qué contar, una vez acabada la información más estricta. (También puede pasar lo mismo en una conversación normal -cómo estás, bien, mal, parte médico, lista de últimos problemas y preocupaciones, lista de cosas que se han hecho últimamente, y poco más. Sin embargo, normalmente después es cuando empieza la parte más interesante.)

También está la cuestión de la brevedad. Después de este post de divagaciones, creo que mejor renuncio a ponérmelo como objetivo.

Pero bueno, igual por intentarlo otra vez no pasa nada. No sé qué saldrá de esto, aunque me parece que será distinto a todo lo publicado anteriormente. (En este blog; si es en el universo, me retiro y publico un best seller).

Para empezar, voy a contar algo tan aburrido como que estoy en casa con presunta varicela. Eso explica que esté escribiendo, claro. Llevo en la cama desde el martes, y me han dicho que no puedo volver al trabajo hasta el jueves que viene, para que no se lo pegue a otros niños. No soy una amante del trabajo ni nada de eso, pero no sé qué tal voy a llevar estar en casa tanto tiempo.

Escrito por RedLabel a las 4:09 PM | Comentarios (0)