30 de Diciembre 2004

Al rescate: piltrafillas

Me apetecía publicar algo, y como hace mucho que no se me ocurre nada, se me ha ocurrido rebuscar entre todo lo que tengo escrito. Ha sido bastante patético.

Tengo muchas cosas escritas, pero básicamente el noventa por ciento puede dividirse en estos grupos:

- Los que empiezan con un "Hace mucho tiempo que no escribo"

- Unidos por lo general a un "se me ha olvidado escribir" (por otro lado, como empieza este post)

- Los de "No sé qué me pasa", depresión infundada arrastrada a lo largo de años de entrenamiento.

- Inevitablemente, los de "Creo que he dado con ello, ya sé lo que me pasa" que, irónicamente, suelen llegar todos a la misma conclusión: "Creo que es porque hace mucho que no escribo" (!)

El diez por ciento restante es bastante malo, además de escaso. Puede que no tenga más de diez cosas escritas en las que algún trozo merezca la pena (que merezcan algo la pena sólo tengo dos). Es un poco triste no haber conseguido más que eso en tanto tiempo.

El caso es que he decidido meter aquí todas las cosas que se supone que medio merecen la pena y deshacerme de ellas para no usarlas como excusa para otro post. Así se quedan, a ver si con esto se me ocurre algo nuevo en vez de darle vueltas a viejas letras. Algo así como una forma de cerrar el año sin que me pese todo esto.

El orden es más o menos cronológico, desde las últimas cosas a las primeras.

Bueno, el otro día a las tantas de la máñana escribí unas cuantas cosas inconexas y absurdas. Había pensado ponerlas, pero es un poco estúpido, esas me las quedo. También unos intentos de empezar una novela corta que no tenía argumento. Así que recortando, recortando, supongo que debo empezar por esto. Y bueno, en realidad tampoco veo necesidad de postear esto otro. En resumen, que estoy más vaga todavía y sólo voy a poner cuatro cosas, de las cuales al menos tres son diversos abortos de poemas masacrados en nombre del verso libre. Suerte.

Octubre 2004

Su gato no le hablaba, convencido como estaba de que ya no era ella. Él conocía bien el olor de su piel, y ahora, cuando la olfateaba, lo encontraba mezclado con el de otro cuerpo. Las primeras veces sólo olía distinta algunos días, algunas horas. Pero después la esencia se infiltró en ella y permaneció subcutánea, bañando sus arterias con el vaivén de la sangre, siguiendo el ritmo como unas olas que van y vienen con mucha prisa.

Sus amigos se limitaban a encontrarla diferente, pero quedaban satisfechos pensando que era la sonrisa.

Supongo que algo habré escrito entre medias, pero da igual. Esto es de Abril del 2004.


Y llamarte, y convertir tu nombre en una letanía sin método, libre ya del compás del dos por cuatro, acelerando su ritmo, olvidando poco a poco los espacios, quitándole su sentido hasta convertirlo en un fondo borroso en el que fundirlo con tu cuerpo.


A ver, esto es de mucho antes, pero no me acuerdo bien de cuando. Del 2004 también, pero no sé. Fue un lapsus bastante gordo, de esos que tengo de vez en cuando, pero me gusta la mierda poemilla este...


Mide tus gestos,
que me hacen daño
cada vez que no entiendo
tus ojos claros.
Guada tus manos
en los bolsillos,
no sea que me encapriche
de alguno de tus anillos.
Que tengo el defecto
de andar siempre
detrás de los reflejos;
y me confundo, y vuelo
de ti a varios metros.

Esto es otra de las cosas que sí que me gustan. Fue en octubre o noviembre del 2003.

Si al despertarme por la mañana contigo tengo fuerza de voluntad suficiente como para levantarme a poner el café, no puede significar otra cosa más que te adoro. En ese momento deseo quedarme ahí, así, todo el día. Todos los días. Abrazada a ti, sólo mirando tu espalda, besando tu hombro y tu cuello. Si fuera está lloviendo mejor, así perderemos la noción del tiempo, envueltas en el constante tamborileo de la lluvia, con el día gris rodeando nuestro mundo y mi brazo rodeando tu cuerpo.

Pero finalmente saco fuerzas no sé de dónde y me levanto, abandonando tu calor, cambiándolo por el del fuego en el que pongo la cafetera. La cargo poco, porque a ti no te gusta tan oscuro como a mí. “¡Es que sabe a barro!”, me dices siempre con cara de incomprensión absoluta. Sé que si quiero ser persona el resto del día necesitaré dos o tres tazas por lo menos de este café aguado. Pero no me importa porque te quiero, y si a ti te gusta este mejunje yo lo hago.

Oigo el calentador del agua, ya te has levantado tú también. Se me pasan un par de ideas por mi mente calenturienta, pero me quedo quietecita en la cocina, colocando las tazas y haciendo las tostadas. Si no lo hiciera todos los días te irías sin desayunar, porque a esas horas no das pie con bola, y una cafetera te parece un avance tecnológico de última generación, traído desde Marte expresamente para hacerte imposible la existencia. Todos tus intentos por comprender su complejo mecanismo terminan frustrados, porque olvidas poner el café, o acabas quemando la goma del filtro. Y no quiero que empieces la mañana con la sensación de que el mundo, bajo forma de cafetera, está en tu contra.

Sonrío pensando en estas cosas, y me doy cuenta de que llevo ya un buen rato sin hacer nada, mirando la cafetera con cara de imbécil. Reacciono justo cuando entras, ya vestida, por la puerta de la cocina y te sientas a la mesa. Hablamos algo, frases inconexas o de poco sentido de las que en un rato no nos acordaremos, conversaciones fruto del sueño que aún tenemos encima y de las pocas palabras que nos hacen falta para entendernos:
-¿Vas a ir hoy a lo de...?
-No, porque me dijeron que necesitaban el...
-Pero si dijeron que no...
-Ya, lo sé...

Y nos quedamos tan contentas. Desayunas rápido, porque en realidad no te da tiempo, ni siquiera deberías estar desayunando. Yo sin embargo bebo despacio, me lo tomo con calma. Total, ya voy a llegar tarde de todas maneras.
(Entonces) tu beso me pilla totalmente por sorpresa. No hay besos más dulces que los tuyos, no puede haberlos y no creeré a nadie que diga lo contrario. “Gracias” me dices en voz baja volviendo a besarme, con los ojos entrecerrados y una mirada que me deja clavada en el sitio, tan tierna, tan sensual, tan tuya. Acto seguido te levantas y te vas, me dejas insultándome a mí misma por no haberme quedado en la cama al despertarnos. Debería haber tirado el despertador al water. Mañana lo hago...

Aquí empieza mi día sin ti. Bueno, eso es relativo, porque nunca dejo de estar contigo. El tema no es si pienso mucho en ti, es más que eso, es que eres el pensamiento constante, como un sentimiento que no me deja nunca. Como si imaginara que estoy contigo a todas horas sin ser consciente de ello. A ratos recuerdo tus gestos, y si se me cuela alguno gracioso me río sola. No de forma escandalosa, pero por desgracia lo suficientemente alto como para que mis compañeros se enteren y me miren con cara de incomprensión, lo que me hace recordar tu cara cuando miras mi café- barro, y entonces ya no puedo hacer otra cosa que seguir riendo. Así que en mi trabajo piensan que estoy un poco loca, llegará un día en que me quiten la grapadora y las tijeras como medida preventiva. No me importa, estoy segura de que ellos también se habrían vuelto locos si fueses suya... De hecho la mayoría tampoco están muy cuerdos, así que me acogen entre ellos sin problema.

Y esta es ya de hace mucho más, del verano del 2004. Sé que apenas hace un año de aquello, pero han cambiado tantas cosas que me parece que hace siglos. Esta fue curiosa, porque me desperté pensándola, o soñándola, y cuando la lei después ni siquiera sabía si iba por alguien, o por quién era. Pero bueno, cosas raras mías.


¿Sabes el vacío que me deja
tu cuerpo cuando no lo pienso?
Y darse cuenta
produce un dolor tan denso
que no permite emitir queja.

Todo es ahora
confuso y disperso.
Todo se decolora
si no encuentro tu beso.

¿Cuánta locura
puede atacarme
si al despertarme
tu imagen no perdura?

Pero esta mañana
no te he soñado al despertar,
y no hay nada con qué tapar
esta herida malsana.

Y bueno, ya como algo anecdótico puedo poner algunas de hace más, del 2001. Las anteriores casi que las dejamos ya. Estas son todas de una misma época.

Metí mi mar en una botella
para poder amarte.
Guardé mi tierra en tus macetas
y mi selva quedó reducida a pensamientos.
Nada me importó
con tal de que pudieras alcanzarme

Era más largo, xo no me gusta el resto.

Iba a poner alguna más, pero ya estoy cansada de hacer el paripé. No se si con esto se me ocurrirán cosas nuevas o dejaré definitivamente el blog, pero ¿qué más da?

Escrito por RedLabel a las 30 de Diciembre 2004 a las 03:30 PM
Comentarios

la primera vez que leí el fragmento de octubre-noviembre de 2003, pensé que era la descripción perfecta a todas esas ensoñaciones que tenía cuando era una niña e imaginaba cómo querría ser de mayor. también pensé lo mucho que me hubiese gustado que fuera yo la que te mirara de esa forma que te dejaría clavada en el sitio, y que una persona que escribe algo tan bello no podría serlo menos ella misma. la novia perfecta...

es cierto.

me gustaría que siguieras escribiendo este tipo de cosas, tan sencillas, tan simples y a la vez tan llenas de sentido, de ti. te reconozco en cada frase, y eso me encanta.

un beso..

Escrito por acid a las 30 de Diciembre 2004 a las 11:31 PM

No es cierto...

A mí tb me gustaría seguir escribiendo esas cosas y que me reconocieras en cada frase, pero no estoy segura ni de reconocerme yo misma últimamente. Supongo que tengo que superar muchas cosas que ni siquiera veo.

Y recuerdo cuando me dijiste que querías tener eso, y ya ahí se me ocurrió que iba a acabar liándola...

La historieta no era más que una idealización de algo que no conocía. Cuando llegaste resultó que eras mucho más que eso.

Un beso...:*

Escrito por RedLabel a las 31 de Diciembre 2004 a las 12:21 AM

¡Qué bonito! Jooo es que no he leído tus post de antes de conocernos... Sigue escribiendo cosillas y llenando tu blog nena.
Un besito.

Escrito por anifiga a las 31 de Diciembre 2004 a las 12:26 AM

No, ni te molestes, si además esos no están publicados xD

Molto grace!:)

Escrito por RedLabel a las 31 de Diciembre 2004 a las 12:33 AM

mira, pato de la charca, como dejes de escribir, te voy a pegar una "somantaleches" que se te va a caer hasta el pico!! enga, que la inspiración acaba volviendo a aparecer entre las servilletas del cuchi mientras echamos una de dardos...oh, y asias por poner la del "café-barro". me encanta esa historia. no conocía yo tu faceta poeta, y me ha gustado, vaya. andaaaa, sigue escribiendo, no nos prives de tus líneas! besitos babástricos :P

Escrito por beaweah a las 31 de Diciembre 2004 a las 05:37 AM

wow! menuda historia la del café.
Me has dejado con ese gustillo dulce que provoca el último trago de ése mejunje.
Sigue escribiendo, patito ;)
Un besazo.

Escrito por heart's breaking a las 31 de Diciembre 2004 a las 12:07 PM

Weah: el inconveniente de lo de escribir en las hojas del cuchi (aparte d q suelo acabar limpiando algo q haya tirado con ellas) es q cuando se me ocurren esas cosas es yendo ya un poco contenta, así q como quiera ponerme a escribir una novela con ese sistema antes de la página 20 tengo cirrosis fijo xD

Heart's: me alegro d q te guste :) la verdad es q es una de las pocas cosas que realmente me gustaron cdo las vi escritas, aunque la dejara a medias. Uhm, por cierto, no viene a cuento, pero lleva saliéndome malísimo el café desde hace cosa de un mes y no sé por qué, me traumatiza :S

Muchas gracias chicas! :)

Escrito por RedLabel a las 10 de Enero 2005 a las 11:04 PM
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