(Anécdota muy triste y día depre en general, aviso para el que no deba seguir leyendo)
Hace unos días se coló un gatito en el curro. Me crucé con el señor de mantenimiento justo cuando estaba sacándolo de la fábrica. Le entretuve durante los siguientes veinte minutos, tratando de convencerle a él o a C, con la táctica de encogerles el alma, para que se lo quedaran, aunque sin mucha insistencia. Incluso me planteé vagamente cómo sería vivir exiliada, que es lo que me habría ocurrido de aparecer con él en casa. Estaba bastante deprimida ese día, entretenida con una visión nihilista devastadora del mundo, así que, aun sabiendo perfectamente lo que significaba, no sentí angustia cuando decidimos dejarle suelto, y engañé a C diciéndole que allí estaría bien.
(De hecho, creo que ni siquiera siento angustia ahora; pero pienso que es porque mi retardo responde a unas razones, y que debo ser paciente. Eso es otra historia.)
No voy a entrar en detalles, porque trato de evitar dar cancha a ese gen heredado de mi madre, que consiste en buscar el lado más triste a cualquier historia hasta dejarte con el corazón en un puño. Simplemente, se ha muerto, unos metros más allá de la puerta exterior, y le he reconocido al salir a medio día del trabajo. Y me ha entrado una llorera monumental, y no he sido capaz de parar hasta tres cuartos de hora después, al llegar a casa.
He pasado parte del resto del día jurándome que no iba volver a sentirme así en la vida, aunque tenga que convertir mi casa en un centro de acogida de avichuchos y gente rara, o matarlos con mis propias manos. He gastado otra gran parte en bloquear todo sentimiento medianamente humano, y en seguir desmenuzándome como llevo haciendo desde tiempo atrás. He pensado en la soledad, y he llorado un par de veces más.
Y por último, he estado media hora jugando con mi gato. No sé si parece ridículo o psicótico, o ambas, pero cada gesto que ha hecho en el juego, o un par de veces que ha maullado, me ha hecho sentir tan culpable que he tenido que dejar de mirarle. Y sé que esto no va con él, que ni sabe ni le importan todas estas pajas mentales mías; sé, incluso, que quizá debería consolarme verle y pensar que a él sí le recogí. Pero no soy capaz de hacerlo.
Al menos, eso me hace entender muchas cosas, de la manera más dulce de la que soy capaz de explicármelas.
Escrito por RedLabel a las 31 de Octubre 2007 a las 12:32 AMJop... Es una historia muy triste, sí, pero yo creo que te sentiste tan mal porque ya llevabas un día malo (por lo que sea, que espero que no te lo guardes y te desahogues ¬¬). O sea, que da muchísima pena del gatito, y en general todos los animalillos abandonados, pero siendo práctica, sabes que no puedes acoger a todos los del mundo. A veces, por putada que sea, hay que hacerse dura con estas cosas y tratar de cuidar de lo que tú puedes abarcar (en este caso Pablito).
Así que no te sientas mal, jop... ({)
Escrito por zupe a las 31 de Octubre 2007 a las 08:52 AMLo cierto es que dudo mucho que pueda "abarcar" a Pablito xD
En realidad, es que es más triste/retorcido todavía; no me sentí culpable exactamente porque palmara el pobre bicho, sino más bien por dejar que lo hiciera solo.
Gracias por los ánimos!
Escrito por RedLabel a las 31 de Octubre 2007 a las 09:55 AM