28 de Marzo 2005

Gustos y demás payasadas

No comprendo cuál es mi problema, pero realmente empiezo a pensar que lo tengo. Es una gilipollez enorme, pero me turba como a Bizcochito. ¿Por qué las actrices que me gustan, etc., suelen ser las que no salen bien en ninguna foto?

Andaba buscando fotos de la protagonista de Dharma&Greg (Jenna Elfman). Es una tía que en esa serie me gusta un montón, no sé, me parece muy atractiva. Pero no pongo ninguna foto suya porque llevo un buen rato buscando ¡y la pobre muchacha sale en todas feísima! Cabe la posibilidad de que realmente lo sea y yo no tenga buen gusto (algo que no me creo porque, como decía Billy Cristal en Cuando Harry encontró a Sally, "todo el mundo cree que tiene buen gusto y sentido del humor"). También puede ser simplemente que le vea un "algo" que tiene.

El caso es que no es la primera vez que me pasa, también me ocurre con Maggie Gyllenhaal, que es raro encontrar alguna foto en la que salga realmente guapa y, sin embargo, fue por lo que me mereció la pena ir a ver La sonrisa de Mona Lisa, que sin ella se habría quedado en una película entretenida.

Otra es Drew Barrymore, aunque por lo general a las únicas a las que no les gusta Drew es a las hetero. A veces es curioso ver lo distinto que es el canon de belleza femenina para ellas y para los que les gustan las mujeres...

Y quizá la más controvertida es la que hace el personaje de Glory en la 5ªtemporada de Buffy Cazavampiros, que no recuerdo cómo se llama y no me apetece buscarlo. No la he visto aún en otra peli ni nada en la que me haya gustado como en la serie, es decir, en realidad lo que me gusta es el personaje, más que ella. Por lo general no le gusta a nadie, pero qué le vamos a hacer.

¿A alguien más le pasa algo parecido? (Absteneros de insultarme por mis gustos peculiares, que nos conocemos ¬¬)

Escrito por RedLabel a las 11:41 AM | Comentarios (9)

14 de Marzo 2005

COCHE ROBADO: ya ha aparecido

Buenas noticias, ya ha aparecido el coche :P Muchas gracias de todas maneras :)

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Escrito por RedLabel a las 10:51 PM | Comentarios (3)

9 de Marzo 2005

Ángel

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"Dios es con los artistas como el pajarero con los pájaros: les saca los ojos para que canten mejor" Arthur Rimbaud

Cuando mi primo tenía unos 16 o 17 años, llevaba el pelo un poco más largo de lo normal. Empezaba a quedarse calvo, y el pelo le caía lacio por las dos vertientes que nacían de su raya en medio. Como por aquel entonces estaba entusiasmado con Lorca, todo el mundo creía que imitaba su peinado, y, por más que lo negara por activa y por pasiva, jamás logró sacar a nadie esa idea de la cabeza.

Escribía poemas de tinte lorquiano, buscando el sonido y pasando un poco del contenido real. Hubo uno que copié porque me gustó particularmente. Claro, que por aquel entonces yo escribía páginas inspiradas en el Bécquer más superficial, relatando las múltiples desgracias de mi vida, así que cualquiera se fía de mi gusto. Si no fuera una cínica no reconocería sólo que por aquel entonces era una niña bastante gilipollas, sino que también procuraría acordarme de vez en cuando de que me sentía realmente sola, y realmente hundida. Y reconocería también que a mi primo no se le daba nada mal dibujar notas con las letras, y le daría el coñazo hasta arrancarle más poemas.

Mis primos no tuvieron una infancia fácil. Bueno, ni una adolescencia. Y parece ser que tampoco una juventud. Entrar en detalles sería tedioso, doloroso e inútil, porque yo no era más que una niña que apenas veía nada, sólo el martirio de mi primo. Y no fue hasta mucho después cuando fui capaz de dejar de mirar a mi ombligo y me di cuenta de que si mi prima aparentaba no enterarse de nada era por defenderse. Describir a mi tio sería también casi imposible, quizá porque prefiero no plantearme muchas cosas. Los tres sentíamos/sentimos una adoración ciega por él, siempre nos ha fascinado. Por su sentido del humor, por su cultura, por miles de cosas. Pero al mismo tiempo temblábamos cuando se enfadaba. Y eso ocurría a menudo, la mayoría de las veces sin razón alguna. Al perder ese miedo reverencial he perdido un poco de aquella fascinación. O quizá es sólo que me he vuelto de yeso y he perdido la capacidad de sentir intensamente.

La infelicidad de mis primos era un tema bastante habitual por aquella época, en la que estábamos muy muy cercanos. No me refiero a que fuera la comidilla general, en realidad solía hablarse de ello con el mismo Ángel (mi primo, vaya) y se llegaba siempre a la misma conclusión "¡Tú lo que tienes que hacer es mandar a tus padres a la mierda!" "¡Bah!¡Tú, ni caso!". Han pasado cosa de siete años desde entonces, y por primera vez está realmente en disposición de empezar a hacerlo. Es mucho tiempo.

Hubo un día en que estaban hablando de ello él y otra prima nuestra, Paloma. No es una prima cualquiera, he tenido con ella siempre casi tanto trato como con mis hermanas, así que, evidentemente, cuenta como una más. Mi madre se mete con ella y conmigo porque dice que somos iguales, a pesar de que me saque quince años.

Aquel día, después de volver a darle vueltas a lo mismo y de repetir las mismas frases, ya casi tópicas, sucedió algo distinto, se rompió el bucle al que había sido condenado aquel tema. A Ángel, algo ensimismado e inocente, se le ocurrió añadir algo más, algo tan pintoresco como su poesía. Cuando la conversación parecía agotada, le oí decir:

- Hombre, lo bueno que tiene lo de sufrir es...

Paloma saltó como un rayo:

- Sí, ¿el qué? ¿que maduras antes? ¿y para qué sirve madurar antes?

Ángel, con el asombro marcando su cara ante una respuesta tan rápida e intempestiva, que había chocado frontalmente con sus tranquilas meditaciones, respondió algo titubeante:

- ¡No! ¡No, hombre...! Lo que digo, es que lo de sufrir me viene bien para escribir poesía!

- ¡Mira, Ángel, no me jodas!- contestó mi prima estallando en carcajadas, mientras que Ángel, asombrado nuevamente por la escasa aceptación de aquella idea que él encontraba tan clara, comenzaba una perorata exponiendo el sufrimiento necesitado por los poetas para crear, y el sufrimiento de García Lorca en particular.

Probablemente Rimbaud tenía también diecisiete años cuando escribió lo de ahí arriba.

Mi amigo Taboso también piensa que cuando uno es feliz no escribe, o le sale fatal. También opina que a mí lo que me pasa es que me gusta estar deprimida, y que, si no tengo por lo que estarlo, me lo busco. Piensa que si no, no estoy en mi salsa, pero creo que es el único que piensa así.

Oscar Wilde decía que la única forma de acabar con la tentación es caer en ella. Pero muchas veces eso no es suficiente para acabar con el "mono".

Hoy he recordado tres de las formas con las que calmaba mis nervios antes de anestesiar mi cerebro con miedos y mentiras propias: fumar, beber y escribir. Y me he planteado por primera vez que quizá es la razón por la que ya casi no bebía o escribía, ausencia de nervios y falta de interés por evolucionar un poco. Aunque quizá sea más cierto lo que dice Tabo y es simplemente que era feliz, y que si escribo es retomando el camino de buscar otra felicidad, aquella que un día supe que debía encontrar en mí misma.

Quién sabe, lo mismo con un poco (je) de suerte, acabo siendo una Rimbaud algo crecidita y todo...

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Sé que la foto no tiene nada que ver con el texto, pero llevaba mucho tiempo queriendo ponerla. Está cogida de la url que aparece cdo pones el cursor encima. Tiene otras fotos muy bonitas...

La pereza ha vuelto a embargarme, así que en otro momento pondré el poema de mi primo.

Escrito por RedLabel a las 12:25 AM | Comentarios (5)