El otro día decía mi madre que su sueño sería tener una cabra, y sacarla a pasear. Yo me la imaginé feliz, con su cabra, en el parque de enfrente de mi casa, contemplando satisfecha al animalito triscar entre los restos del botellón del día anterior. O espantando patos en algún estanque del Retiro. Sé que lo dice en serio, total, ya tuvimos una vez un cordero en casa.
Ojalá a mí me hiciera la misma ilusión algo. Yo qué sé, cualquier cosa. Cada vez me asusta más darme cuenta de que no puedo sobrepasar cierto umbral, que si siento más de la cuenta parece que algo se parte y dejo de ser persona.
Últimamente estoy mejor. Me van emocionando cosas pequeñas. Me fijo en las fotos bonitas, en las canciones que antes escuchaba captando cada matiz, no sé, supongo que por algo se empieza. Pero a este paso parece que no va a acabar nunca, que nunca llegaré a ser nada de lo que quise ser, y que mientras pierdo todo lo que ya era.
Puede que todos mis post suenen muy poco alegres, pero en realidad estoy bien, lo que pasa es que llevo almacenando cosas mucho tiempo, y cada vez que escribo se me salen por los poros. Quizá por eso casi no escribo ya.
En fin, ¿alguien tiene un sustituto de cabra que regalarme?