26 de Febrero 2008

["Desclasificado" en 2019]

Bien, siguiendo la iniciativa de Gellar, de la que os podéis enterar aquí y aquí, y por aquello de cambiar de vez en cuando el tono lúgubre de bollera penitente del blog, comienzo con las reseñas de los libros que llevo en lo que va de año.

La verdad es que ahora me entran un montón de dudas respecto a las bases. ¿Me limito a las novelas, o incluyo toda clase de libros? Porque, honestamente, creo que aunque sólo fuera por su peso, deberían poder participar obras como el Código de las Fundaciones. Aunque, en realidad, importa poco, ya que seguramente acabe confirmándose mi peor temor: que no vuelva a leerme un libro entero en lo que queda de año. Sería tan triste dejar constancia, públicamente y por escrito, de que no merecía aprobar mi licenciatura en Trivial... Si eso ocurre, en diciembre me inventaré un mínimo de doce reseñas de libros inexistentes para salvar mi honor. Me encargaré, incluso, de escribir sus artículos correspondientes en la Wikipedia, para que Gellar no sospeche cuando rebusque por la red sus orígenes, significados ocultos y trascendencia en el mundo del cómic. Hasta les pondré un link.

De todas maneras, el mes de enero evitará que pase por debajo de la mesa, porque se ha dado el hecho inaudito de que me he ensopado tres libros. El día uno, concretamente, adquiría en un Vips el primer tomo de la trilogía de "La Materia Oscura", de Philip Pullman, llamado "Luces del Norte" (aunque "Northern Lights", su título original, tiene mucho más sentido, y es más bonito). Probablemente, nunca me lo habría leído de no ser porque en él se basa "La Brújula Dorada", que había visto en el cine la semana anterior.

A grandes rasgos, tanto la película como el libro comienzan desarrollándose en un mundo similar al nuestro, en el que la esencia de las personas se manifiesta de una forma doble: una parte, un ser humano normal y corriente; la otra, un animalito parlanchín llamado daimonion que completa al hombre, cuya forma es reflejo de su interior, podríamos decir que de su alma. Es un plan bicho Disney. De este modo, si uno se cruza con alguien que tiene por daimonion una mantis religiosa, o un palomo mal encarado, o algún otro animal ávido de sangre inocente, podría aventurar con escaso margen de error que se encuentra frente a una secretaria de mi ex-universidad, o quizá un funcionario. Bien mirado, sería algo bastante práctico.

No es que la película me entusiasmara hasta el extremo, ciertamente, pero me tuvo muy entretenida y me gustó bastante. De todas maneras, hay que tener en cuenta que para mí la mitad de su encanto residía en que me chiflan los animales, y me lo paso pipa viendo a cualquier bicho. Y la otra mitad, reside en que me gustan las Nicole Kidmans. Intentando ser objetiva, a pesar de esto, y como decía, me entretuvo mucho. Y como estaba buscando algo para leer que me enganchara y no me diera mucho que pensar, me compré el libro en un arrebato.

La trilogía de La Materia Oscura, teóricamente, es una paja mental filosófica que parte de un supuesto: ¿y si en la lucha del Bien y el Mal, allá por el principio de los siglos, hubieran ganado los malos en vez de los buenos? ¿Y si el Dios al que adora el cristianismo es un dios malvado, y el Ángel Caído fuera la verdadera divinidad, puesto que la historia suele escribirla el que gana las batallas? Pero desde mi punto de vista, este no es el tema que más importancia cobra a lo largo de las novelas. A mi parecer, ni siquiera queda satisfactoriamente resuelto, sino que se limita a un montón de críticas corrosivas a la Iglesia, que tampoco llegan mucho a ninguna parte.

Lo que sí que tengo claro es que no fue exactamente el tipo de lectura ligera que buscaba. Los libros resultan muy distintos a la película, que es muy serncilla, casi infantil. A diferencia de ésta, la historia es mucho más cruda, y la inclinación moral de los personajes está totalmente indefinida. Excepto en el primer libro, donde hay una diferenciación más clara, nada distingue a los buenos de los malos, salvo la actitud que mantienen hacia "el polvo", que resultan ser unas partículas, fuente de nuestra inteligencia, aparecidas cuando el hombre come del Árbol de la Ciencia.

Aunque el planteamiento filosófico, y la resolución de la trilogía, me parece quedan flojos para lo que yo esperaba, resulta impresionante la capacidad imaginativa de este tío, como la de todo aquél que se inventa un universo paralelo y todas sus costumbres. Me resultó algo extraño el estilo de escritura, como desapasionado, pero en cualquier caso con páginas que me impactaron y se me quedaron grabadas. La historia y muchas de las figuras que crea son lo suficientemente fascinantes como para estar segura de que las recordaré por muchos años.

Escrito por RedLabel a las 12:04 AM | Comentarios (0)

10 de Febrero 2008

Un recorte de hace ya unos años.

"(...) Es lógica esta persecución, esta retención cruel y consciente. Quieren una confirmación del perdón pedido hace meses. Quieren una bendición. Pero la persona que debe darla ha quedado reducida a vegetal tras el intenso machaque de la tarde. Y si no le quedan pedazos para ser animal, mucho menos para Santo Padre.

Incomprensión.

Cabreo por la incomprensión. Enfadarse es una solución fácil, te descarga de culpas para echárselas a otro.

Olvido. Porque cabrearse es muy cansado como para estar así mucho tiempo.

Y al final es cierto.

Todo sigue dando igual.

Y "perdón" no es más que una palabra absurda e incomprensible, que sólo tiene sentido cuando esperamos recibirlo."

(Aunque la verdad, empiezo a no encontrarle ni ese sentido.)

Escrito por RedLabel a las 6:01 PM | Comentarios (4)