Te has ido y he vuelto a quedarme sola. Hoy estoy sola en un universo paralelo. Una cinta de varios me ha devuelto varios años atrás y no me he reconocido. Ha sido raro, porque no me resultaba extraña la persona que era antes, sino la que soy ahora. Estaba acostumbrada a que me pasara al contrario. Y de pronto, una cuidada selección de Duncan Dhu, Los Rodríguez, Los Secretos, Jarabe de Palo (cuando eran buenos) y algún que otro espontáneo me ha hecho recordar que no soy yo y que no soy como quiero ser. Que tenía las cosas mucho más claras antes y que todo me importaba algo más. Que escuchaba las canciones que ahora sólo oigo. Que también escuchaba a la gente, incluso a mí misma. Y disfrutaba con ello. También sabía escribir sin mentirme, hasta cuando no tenía nada que decir como ahora.
Que no estaba tan cansada y no tomaba las cosas por inevitables.
"Estoy muy aburrida y me siento sola". Es la última búsqueda de google por la que han llegado a mi blog. No es la mejor. Normalmente todas las búsquedas en las que aparece mi página son muy sosas, pero de vez en cuando sale alguna cachonda. Ésta me ha llamado la atención porque creo que es la mejor definición de esta página. Porque soy yo misma. Aburrida porque a mí me da la gana, porque no quiero enfrentarme ni a nada, ni a nadie.
Escribiría para no aburrirme, para dar un mínimo sentido lógico a mi vida, pero tengo tan lío mental, tantas cosas sin cerrar, que sólo la idea me hace hundirme.
Debería borrar el blog. Debería quemar todas las cosas que he guardado durante años, deshacerme de los clavos que marcan mi vida y a los que me he atado tozudamente. Lo hice para encontrarme siempre que quisiera, y jamás sirvió de nada. Toda mi vida se basa en guardar pedacitos de cristales que a nadie más le sirven, recuerdos que me hacen sufrir pero que me hicieron vivir en su momento, y que en cierto modo lo siguen haciendo (*). Y a veces me planteo que quizá la única forma de ser feliz sería abandonar la búsqueda de esa tristeza bonita que me producen todos esos retales, que si quemara todo podría empezar de nuevo. Cada palabra dejaría de recordarme a veinte mundos distintos, estaría por estrenar y adquiriría un significado propio, nuevo, radiante...
Pero he cogido demasiado aprecio a mis cosas como para liberarme. Decían que el hombre feliz es aquel cuyas pertenencias caben en una maleta. Yo no soy infeliz. Sólo estoy muy aburrida y me siento sola.
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FOTO: La foto es de http://www.mariotomic.com/index.html, pero no sé si el fotolog está inactivo. Dentro de poco voy a cambiar los links y voy a liarme a poner un montón de páginas sin orden ni concierto, para darle alguna utilidad a los cientos de enlaces que almaceno (sí, también esto) en la carpeta de favoritos.
(*) Una de mis contradicciones es que a veces no me esfuerzo en escribir algo que antes ha sido dicho de una forma que me parece la definitiva. Siempre digo que lo importante es cómo lo diga cada uno. Hoy vence la parte negativa, así que aquí os dejo un poema de Salinas que, en gran parte, tiene que ver con lo que digo.
No quiero que te vayas
dolor, última forma
de amar. Me estoy sintiendo
vivir cuando me dueles
no en ti, ni aquí, más lejos:
en la tierra, en el año
de donde vienes tú,
en el amor con ella
y todo lo que fue.
En esa realidad
hundida que se niega
a sí misma y se empeña
en que nunca ha existido,
que sólo fue un pretexto
mío para vivir.
Si tú no me quedaras,
dolor, irrefutable,
yo me lo creería;
pero me quedas tú.
Tu verdad me asegura
que nada fue mentira.
Y mientras yo te sienta,
tú me serás, dolor,
la prueba de otra vida
en que no me dolías.
La gran prueba, a lo lejos,
de que existió, que existe,
de que me quiso, sí,
de que aún la estoy queriendo.
(no he releído el post, así que probablemente es excesivamente absurdo, aviso)
Dicen que no suele haber segundas oportunidades, pero ayer yo volví a ver aquella imagen que creí única. Colgaba amarilla sobre las luces de Madrid, como cortada por el mismo patrón que alguien usó aquel día. Ya no había escenario, ya no parecía una luna de mentira, porque estaba más lejos. Y fui menos feliz al verla. Hace tiempo que esa imagen me deja un sabor infinitamente amargo, quizá porque en otra boca tuvo un sabor distinto al que yo le adiviné. A veces hay un abismo entre lo que vemos y lo que ven. Entre lo que yo siento, lo que tú imaginas y lo que aquél piensa. A veces algo se cuela por alguna fisura de nuestras palabras sagradas, de las figuras que veneramos, y las despedaza, se estrellan convirtiéndose en cristales que no volverán a darnos el reflejo que nos hizo felices por unos momentos. Así, abril volverá a ser escrito con minúscula y a ser el mes más triste de mi año, porque su significado ha cambiado y soy consciente de lo que no quiero serlo. Ahora es una simple palabra de cinco estrellas.
Tengo miedo de haber acabado siendo demasiado cínica, demasiado escéptica. No creo en nada, no quiero volver a tener fe.
Pero sé que estoy condenada a volver a tenerla algún día.